Las oenegés recomiendan "por motivos logísticos" donar dinero en efectivo o cerciorarse de las necesidades con las entidades locales que trabajan directamente con los damnificados.
Rosa María Chandro llega a las puertas del colegio Montesori de Zaragoza con un carro de compra con varias bolsas de ropa que entrega a una de las profesoras del centro. El destino es la frontera de Ucrania con Polonia. "Es horrible, hay veces que estoy viendo la televisión y lloro. A ver cuánto dura…", lamenta esta anciana mientras se despide cabizbaja. Esta es parte de su colaboración, la otra ha sido una donación económica que ha hecho con otra entidad. Esta tipo de donaciones es lo recomendado por las oenegés.
"¡Venga, rápido! ¡Cajas arriba!", se escucha por uno de los pasillos. Una hilera de alumnos irrumpe en fila cargados con varias cajas, en los que se lee su contenido en español, inglés y ucraniano. Todo comenzó el jueves pasado con una conversación de WhatsApp y en tan solo seis horas (este martes de 8.00 a 14.00) la iglesia del centro escolar se convirtió en un almacén. Los bancos de misa abrieron paso a cientos de cajas para enviar al pueblo ucraniano gracias a los alumnos, sus familias y vecinos del barrio que se enteraron por el boca a oreja.
Tetania Chernyshova gira sobre sí misma para ver la panorámica completa y se emociona. A las cajas les pone nombre y apellidos, sus familiares y amigos que están atrapados entre Kiev y Járkov. Esta ucraniana no se despega del teléfono. "Estar bien es estar vivo", señala esta alumna de Montesori del ciclo de Educación Infantil. "Mi madre vino hace tres semanas para el cumpleaños de mi hija y estalló la guerra. Gracias a Dios estamos juntas y nos podemos apoyar mutuamente", agradece, aunque su padre, de más de 70 años, sigue en Kiev. Relata que vive en su piso y cuando comienzan los bombardeos baja al búnker del edificio con el resto de los vecinos.
La joven se horroriza al pensar en los niños que están viviendo la guerra: "Tengo mucho dolor por ellos. Van a tener un trauma de por vida". Tetania pide que continúe la colaboración porque los bienes escasean. "Ahora hace mucho frío, ha nevado y son necesarias muchas prendas de abrigo", se muestra esperanzada. A pesar de la que la situación con Rusia no era buena, todavía se sorprende de lo sucedido: "Nunca en mi vida lo hubiera imaginado. ¡En pleno siglo XXI! –clama-. Mi país no es muy turístico, pero es precioso en cuanto a cultura, gastronomía, gentes…".
En una esquina del templo acumulaban los materiales de higiene, en otra comida, también ropa clasificada por edades o medicamentos. "Es incontable", dice Lourdes Broto, de administración del centro. En el interior de las cajas, además del contenido, se esconde una sorpresa: un mensaje para las personas refugiadas. "Al principio no me creía que estuviera pasando eso", confiesa Paula Romeo, una de las alumnas que se ha implicado en la iniciativa. "Hemos venido en los recreos o en los ratos después de exámenes", añade la joven Luisa Juan a su lado.
La organización ha sido vital: mientras unos alumnos recibían el material, otros lo dividían por sectores para, por último, empaquetarlo y etiquetarlo. "Todo esto en un día", cuchicheaba una profesora por detrás. El destino de estas cajas es Madrid y a finales de la esta semana se prevé que ya estén en Polonia. "Tenemos intención de seguir recogiendo", sostienen tanto Lourdes como Alicia Bellido, jefa de estudios. De momento, no van a recoger donaciones económicas, puesto que los trámites son diferentes y desde el centro no tienen capacidad.
La Cofradía de la Piedad de Zaragoza ha destinado 4.500 euros –tres euros por cada hermano- a ayuda para Ucrania. Este es uno de los ejemplo de donación económica que se está trabajando en Aragón. "Esta acción de carácter humanitario promovida por la cofradía se articula en colaboración con Cáritas, organización con la que mantenemos una línea continua de colaboración y que cuenta con la infraestructura organizativa y logística necesaria para garantizar que la ayuda económica encuentre y llegue al destino más adecuado, en un escenario tan complicado y cambiante como el que en este momento se vive en Ucrania", indican.
Cruz Roja envió hace unos días a Hungría – se distribuirá a Ucrania, Polonia o Rumanía- 5.183 sets de cocina familiar, 9.900 mantas y 15.985 toldos plásticos para aislar de la lluvia y el frío – todo ello valorado en más de medio millón de euros-. No solo eso, sino que desde la institución ya mandaron 25.000 euros de su Fondo de Emergencias a Ucrania.
"Lo idóneo y lo que estamos promoviendo desde Cruz Roja y desde el comité de emergencia de Aragón es donar dinero en efectivo a las organizaciones que trabajan en la zona", aconseja Fernando Pérez, coordinador autonómico de Cruz Roja en Aragón. “La guerra es un asunto tan importante que no nos podemos permitir la improvisación –añade Pérez-. El primer paso es saber qué necesitan las organizaciones humanitarias locales que trabajan con los damnificados. Es importante que respondamos a esas necesidades y no a lo que nos imaginamos que hace falta".
Cuando se le pregunta es claro: "Nuestra orientación es que ciudadanos y administraciones compruebe las organizaciones que están trabajando en el terreno y elijan aquella con la que más vinculación tengan". El coordinador autonómico apunta que además de la ayuda humanitaria, habrá que hacer labores de reagrupación familiar o restablecimiento de la vida, entre otras. En la misma línea incide en que "es muy complicado ordenar, clasificar y distribuirlo allí".
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