Quienes hayan visitado los mercados populares de Guerrero, Morelos o la zona de tierra caliente en Michoacán, sabrán bien cuán fuerte es el olor proveniente de los puestos de nanche. Por eso me atrevo a pensar que el gusto por estos frutos amarillos, absolutamente mexicanos, más que adquirirse repentinamente se hereda. 

Pero una vez superada la barrera olfativa, al morder una de estas pequeñas esferas, el degustante se encontrará con un sabor dulce acidulado, delicioso, que hará querer más, o aventurarse a pedirlo de otras formas. 

Por ejemplo, con el nanche me he encontrado que se elaboran aguas frescas, paletas de hielo, mermeladas, nieves, bebidas alcohólicas como la chicha, el tepache y licores. También con él se preparan deliciosos atoles que son una delicia acompañadas de un bolillo recién hecho, al menos así los consumí en una de mis visitas a Aguas Blancas, comunidad de Coyuca de Benítez, Guerrero. 

Ahí, como ocurre en pueblos de Michoacán, Nayarit, Yucatán, Quintana Roo, así como en todas las regiones nancheras de México, la temporada fuerte de este fruto conocido bajo el nombre científico de Brysonima crassifolia, es en los meses de junio y julio, mientras que la floración empieza a partir de abril. 

En Aguas Blancas tuve la oportunidad de meterme a un nanchal, que es como se llama al conjunto de árboles de nanche, que por cierto miden entre nueve y 20 metros de altura. Provisto de un costal, mi primera reacción al ver los árboles llenos nanches fue buscar la manera de bajarlos de las alturas. 

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Pero Manuel Serrano, mi guía, me dijo que así no es la cosa, pues más bien se trata de recolectarlos del piso, y de hecho no se recogen los que recién acaban de caer, pues habrá que dejarlos en el suelo al menos un día para que terminen de cocerse. 

Pasé una hora encorvado para levantar los nanches de la tierra y debo decir que valoré mucho la labor de las familias que se dedican a esto, porque la espalda me empezó a doler. Durante los 60 minutos junté lo equivalente a dos litros (por tradición la medida para este fruto es el litro y no el kilo), ahí me enteré que cada litro en temporada alta, como lo es junio y julio, cuesta en el mercado 25 pesos. Mientras que en temporada baja, 100 pesos (costos año 2022).

De acuerdo con el gobierno mexicano, Guerrero es el principal productor de nanche, con 48.5% del volumen nacional, lo que equivale a 3.5 mil toneladas por año. Después están Nayarit y Michoacán, sin embargo su consumo está muy focalizado a la zona centro y sur del país.  

Me quedo pensando que pese a su sabor dulce, el nanche aleja a la gente por su fuerte aroma, por lo que me es difícil imaginar a alguno norteño de Baja California, Chihuahua, Nuevo León, Sonora o Zacatecas, disfrutando un rico nanche, pero todo es posible. 

Aunque bueno, si no es por el sabor, al menos habrá que probarlos por salud. El nanche tiene vitaminas C, K, E y B, además de tiamina, riboflavina, niacina, ácido patogénico, ácido fólico y manganeso, además de fibra dietética soluble, proteínas, hierro, grasas, caroteno y fósforo, ¿necesitas algo más?

Si sí, debo contarte que los agrónomos usan el nanche para revivir tierras que estaban desahuciadas por infértiles. Así que rompe la barrera del aroma y atrévete a probar los nanches, si es que no lo has hecho.

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